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Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. Alfonso de Valdés. comentario

Hola, querido dokusha: Hoy te dejo en La faltriquera literaria un pequeño gran libro: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma de Alfonso de Valdés… Voy a introducirte en esta lectura, por lo tanto, presta atención… Verás, humanista español, Alfonso de Valdés fue uno de los grandes valedores de las teorías filosóficas propugnadas por Erasmo de Rotterdam dentro del Imperio Español. Valdés trabajó en la cancillería imperial y medió entre protestantes y católicos. Publicó títulos como el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma –que levantó las iras del papa- y, tras su muerte, se le atribuyó el Diálogo de Mercurio y Carón… Alfonso de Valdés nació, según los pocos seguros datos de los que disponemos, en Cuenca en 1490 y se cree que era hermano gemelo de Juan de Valdés, escritor también, como bien sabes. Al parecer, lo único cierto en cuanto a sus orígenes son sus raíces conversas, algo que le trajo no pocos problemas en su vida. En 1520 se incorpora a la corte imperial y dos años más tarde figura –como apunta Rosa Navarro Durán- entre los escritores ordinarios de la Chancillería imperial. Finalmente, desempeñará los cargos de secretario del Gran Canciller, y secretario del emperador Carlos V. Fue el mayor defensor de las ideas erasmistas en España como se aprecia en el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma (¿1529?). Alfonso de Valdés falleció en Viena en 1532… El Diálogo de las cosas acaecidas en Roma versa sobre el saco de Roma en 1527 por las tropas imperiales y que produjo serias consecuencias sociales, políticas y religiosas. La drástica medida de entrar en Roma, estuvo motivada por las alianzas que el papa había establecido con Francia e Inglaterra que intentaban favorecer los intereses franceses a costa de la influencia española en Italia. El hecho supuso un escándalo internacional sin precedentes porque se suponía que era el mayor defensor del papa atacó la sede del cristianismo. Se emplea en la obra la técnica dialogística, pues se presenta como la forma idónea para argumentar y defender la postura del autor. Destaca, a diferencia de otros diálogos, que la acción está encuadrada en un marco realista: la iglesia de San Francisco en la Corte de Valladolid… La obra posee, en principio, monográfico, grave, que resulta tener una doble intención: la defensa del emperador y la demostración de que lo ocurrido en el sacoDE Roma se produjo por designios divinos. Este planteamiento permite que se desarrollen otros subtemas de índole política, moral o religiosa, inclinándose en este último caso, a favor de las teorías erasmistas. Así, la estructura de la obra también es doble. En una primera parte, se hace apología del emperador y, en la segunda, encontramos apología de las teorías erasmistas. Asimismo, destaca un prólogo que halaga al lector mediante una captatio benevolente. La defensa que Valdés hace del emperador casi roza lo propagandístico. Para ello se vale de dos personajes muy representativos. Por un lado, Lactancio da informaciones más claras que las de su interlocutor (Arcediano), interlocutor que se nos presenta como un religioso disfrazado de soldado para ocultar su verdadera personalidad y que carece de identidad. Los parlamentos de Arcediano tienen un carácter hipócrita y conservador y, solo al final, nos enteramos de la verdadera razón que le tenía en Roma en el momento del saco. Lactancio, por su parte, es el portavoz de las ideas civiles y políticas de Valdés, y, por extensión, de las ideas erasmistas. El tono de la obra es familiar, amistoso, incluso humorístico, pues está aderezado con una ironía que permite al autor mostrar su postura con más o menos ambigüedad en un intento de cubrirse las espaldas. Este ambiente, pretendidamente distendido, no lo es tanto en realidad, pues se encuentran en una iglesia hablando de temas graves con cierto secretismo. El estilo del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma es conversacional y muy fluido. A veces este carácter dialogístico se rompe para dar paso a largos parlamentos argumentativos en donde destaca el ritmo ciceroniano con frases trimembres que nos muestra la excelente retórica (no exenta de silogismos) con la que cuenta Alfonso de Valdés. Es esta retórica la que nos enseña la visión del autor sobre los acontecimientos, visión que es lo suficientemente amplia como para poder distanciarse y superar las demás posturas que aparecen en la obra. Consigue, así, indagar y argumentar sobre las causas del saco en un intento de rechazar la general opinión que el vulgo había adaptado por mediación de la Iglesia. Los círculos religiosos se erigen contra Alfonso de Valdés, pues, en la época, no sentaron nada bien ni sus críticas al clero, ni sus comentarios al ostentoso y engolado modo de vivir del papa. Entre las críticas más severas se encontraban las de Castiglione, críticas que tuvieron a Alfonso de Valdés entre la espada y la pared al habérsele reprochado su procedencia conversa. Por suerte para él, el círculo del emperador le arropó y le apoyó.Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, queridos amigos, no es un libro de piscina, ni mucho menos. Tampoco lo es de remanso cultural. El lector que decida emprender su lectura habrá de conocer la historia y tener profundas inquietudes intelectuales, pues esta obrita no es que digamos un libro de aventurillas; sin embargo, la lectura atenta nos enriquecerá como lectores y acrecentará nuestro acerbo literario… Esto es lo que vas a encontrar, ni más ni menos… Entonces, lee y disfruta…

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